VARSOVIA -- Italia, un equipo desorientado por los escándalos de las
apuestas antes de la Eurocopa, alcanzó la final tras derrotar por
enésima vez a Alemania, que nunca pudo parar el vendaval creativo de
Andrea Pirlo, la imaginación de Antonio Cassano y la pegada de Mario
Balotelli.
Un par de selecciones acostumbradas a encumbrar al
fútbol con sus encuentros históricos se dieron cita en un choque en el
que Alemania, como siempre, partía como favorita. El pasado, repleto de
derrotas ante el combinado transalpino, parecía no importar.
De nuevo,
la "Mannschaft", convencida de juntar en un mismo equipo a tres
generaciones diferentes de jóvenes de talentos, saltaba al césped con el
pecho hinchado de orgullo.No había espacio para el recuerdo de
las eliminaciones en los Mundiales de México 1970 y Alemania 2006.
Tampoco para la derrota en la final del disputado en España en 1982. Ni
para recordar que jamás Alemania había vencido a Italia en una gran
competición internacional.
"El pasado no vale", dijo Löw antes del
pitido inicial.Pero sí cuenta. No estaba Bonisegna, ni Riva, ni
Rivera, ni Rossi, ni Tardelli, ni tantos otros que antaño dieran una
lección a la gran Alemania. Pero sobre el campo había otros jugadores
bien aleccionados por un entrenador, Cesare Prandelli, que ha cambiado
el estilo de juego de un país acostumbrado al conservadurismo.Por
encima del resto destaca el italiano Andrea Pirlo. Da pena que siga
cumpliendo años.
Merecería ser eterno. Es un perfecto metrónomo, un
cerebro calculador con precisión alemana pero con el toque mediterráneo
necesario para crear magia. Y ante Alemania no falló.Tras
aguantar el tirón inicial de los hombres de Joaquim Löw, con una buena
ocasión del joven central Mats Hummels y otra de Barzagli, que casi se
marca un gol en propia meta, el jugador del Juventus decidió hacerse con
el balón y ponerse a jugar.
Él solo pudo con Sami Khedira, un auténtico
"panzer" que arrasaba con todo en el inicio del encuentro.Pirlo
cogió la batuta y su equipo comenzó a carburar. De su juego se aprovechó
el imaginativo Antonio Cassano y el impredecible Balotelli. Entre los
tres cocinaron el primer gol con un cabezazo inapelable del ariete del
City, que repitió casi al final del primer acto.
En esta ocasión, fue
Montolivo el que dio una asistencia sensacional para que Neuer sólo
pudiera contemplar el trallazo de Balotelli.La historia volvía a
repetirse. Italia otra vez ejerciendo de "bestia negra", aunque todavía
quedasen 45 minutos por delante. En ellos, Löw buscó a Marco Reus para
encontrar la chispa que necesitaba su equipo y que consiguió en el
primer cuarto del segundo acto.
En ese tiempo, el joven del Borussia de
Dortmund revolucionó a los suyos y a punto estuvo de marcar con un
lanzamiento de falta que salvaron Buffon y el travesaño.Sin
embargo, aunque Italia perdió el balón, sabe defenderse por naturaleza.
Lo hizo a la perfección, hasta el final, sin apenas sobresaltos, e
incluso pudo aumentar el marcador al contragolpe, pero Marchisio y Di
Natale no pusieron la puntilla definitiva. Con los germanos sobrados de
empuje, pero faltos de ideas, el partido fue muriendo poco a poco y sólo
el gol postrero de Özil creó incertidumbre.Con Italia no se
cumple la cita del exdelantero inglés Gary Lineker, que dejó una frase
para el recuerdo: "El fútbol es un deporte de once contra once donde
siempre gana Alemania".
Se equivocó. En el fútbol, cuando se enfrentan
italianos y germanos, siempre ganan los primeros. Hoy, una vez más, y
van muchas. España espera en la final.
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