“Mulas” que transportan drogas

Cargar cientos de gramos de drogas en el estómago, la cavidad anal o vaginal, suena a un episodio extraído de una película de gángsters. Pero no, es algo verídico y en República Dominicana le llaman “mulas” al servicio del narcotráfico

Primero, comenzaron tragando bolsitas envueltas en fundas plásticas y expulsándolas en puntos de destinos predefinidos, cual si fuese alguna actividad fisiológica.

Luego, vieron que este truco era de fácil detección y volvieron sus artimañas a las vaginas de mujeres que, sin temor ni vacilación, se prestaron para introducirse cientos de gramos de cocaína.
Los años pasaron y los métodos cambiaron, conforme las autoridades reinventaban nuevas estrategias de acción.

Así fue creciendo el narcotráfico con las “mulas” en República Dominicana.
Hoy, existen hombres, mujeres y perros entrenados para escudriñar drogas escondidas en estómagos, vaginas, anos, pañales desechables, latas de leche en polvo, de pasta de tomate, guandules y envases de acondicionadores de pelos.

Los agentes antinarcóticos perdieron su capacidad de asombro ante los incontables artificios que utilizan los narcotraficantes para comercializar distintos tipos de droga.

Detectar cocaína en un condón cuidadosamente introducido en el ano de un hombre o mujer, o incrustado en el pañal o cuerpo de un niño, ya no es nada novedoso.

Los narcotraficantes nunca dan su brazo torcer.
Al observar que las autoridades siguen de cerca sus pasos, han ido reduciendo el tráfico de drogas por el método del estómago y apelando a nuevos procedimientos de transportación corporal.

Es así como la plantilla de los zapatos, el mazo de un bate de béisbol, fajas de adelgazamiento, botellas de ron y cerveza y puros de tabaco son usados para sustituir viejos métodos.

No todo el mundo sirve para “mula”. Por esto, los narcotraficantes tienen equipos especiales para entrenar hombres, mujeres y adolescentes, que después salen capacitados para enfrentar el peligro de tener y cargar dentro de sí sustancias narcóticas que, al menor descuido o dilación, podrían fácilmente provocarles la muerte.

José Minier Brito, el dominicano que estuvo a punto de morir con 76 cápsulas de drogas en el estómago, es sólo un caso más de esta singular forma de narcotráfico.
Este hombre viajó desde Puerto Plata hasta el punto turístico Poza de Bojolo, en Nagua, con la barriga llena de estupefacientes.
Vino desde Colombia. Se cree entró por el aeropuerto de Puerto Plata y, al no poder “descargar” su mercancía, se presentó voluntariamente a un hospital de La Vega, donde fue intervenido de urgencia.

Tan pronto rebase la experiencia, Brito Minier será sometido a la Justicia. Mientras, a las autoridades queda enfrentar una actividad que se agudiza con los días y que busca nuevos procedimientos para fortalecerse y burlar represalias oficiales.

Datos suministrados por la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), principal agencia estatal instituida para combatir el narcotráfico, precisan que en el período comprendido entre el 19 de agosto y el 19 de septiembre de ese año fueron descubiertos 29 casos de personas que, importándoles poco la preservación de su vida, ofertaron su anatomía para transportar drogas hacia y desde territorio dominicano.

En la categoría “métodos de ocultamientos de las drogas”, la DNCD indica que 13 de las “mulas” arrestadas cargaban las drogas en el interior del estómago, once lo hicieron en maletas y el resto adheridas al cuerpo, en la vagina, el ano, en bultos, en el interior del cojín de una maleta o de funda de café.

Una misión que reporta muchas desgracias

A las “mulas” no siempre les va bien transportando drogas. Los accidentes siempre asechan a los mortales y ellos, narcotraficantes contratados por capos de mayor jerarquía, no son excepción.
Como una entre muchas, los medios escritos de comunicación registran la historia de una dominicana residente en España que con siete meses de embarazo se atrevió a tragar 264,1 gramos de cocaína. La misión fracasó.

Las cápsulas explotaron y provocaron la muerte instantánea de ella y la criatura que gestaba en su vientre.

En 1989, un colombiano intentó introducir al país 36 bolsitas de cocaína, y, mientras era interrogado en el cuartel general de la Policía, también le explotaron varias cápsulas en su estómago.
En 1999, una mujer que accedió introducirse en el ano un preservativo lleno de marihuana, para distribuirlos en la cárcel pública de Monte Plata, estuvo a punto de correr la misma suerte.
Riesgo de un paro cardíaco

El doctor Félix Antonio Cruz Jiminián advierte que una persona que introduzca cuerpos extraños en su cuerpo, como bolsitas de drogas en la vagina y o en el ano, corre el riesgo de morir de un paro cardiorrespiratorio o afectar órganos vitales.

También podría morir por intoxicación. “Cuando ya esta droga se multiplica por 10, 15 o 20 dosis, va a producir efectos que, aunque el paciente no muera, podría sobrevivir con daños irreparables, como son daños cerebrales, pérdida de conciencia”, explica.

Fuente:elcaribecdn.com

Comentarios