La mamajuana aprendió inglés y va a la Florida

SANTO DOMINGO.- Al olfato es dulzona. Se distingue la canela, mezclada con el clavo dulce... el anís hace que vibren las fosas nasales. A veces huele a mar, a esos supuestamente afrodisíacos frutos de Neptuno. La botella tiene la barriga ancha. Cabe en ella toda la fantasía tropical, aliñada con miel, ron y vino tinto.
En República Dominicana es una tradición. A nadie le sorprende ver las botellas colgando en los mercados, o estratégicamente en los lugares turísticos. La mamajuana, tan dominicana como el chenchén o las habichuelas con dulce, podría pronto ser más reconocida como un producto “Made in USA” que como el resultado de la paciencia, el ron y la astucia de esta media isla caribeña.

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